Por: Luis Palos
¡El mes del Orgullo llegó! Para muchas personas, representa una explosión de colores, música, cuerpos celebrando, piel compartida en las calles. Es una fecha esperada, amada, discutida. Pero también es mucho más que una fiesta. Es memoria, es resistencia, es un grito colectivo que dice: aquí estamos y no vamos a escondernos nunca más.
Faltan unos días para la marcha del Orgullo, y vale la pena preguntarnos: ¿Qué hemos de tener en cuenta?
Nuestra lucha es todo el año
Primero, que nuestra identidad u orientación no es estacional. Que el arcoíris no se guarda con el calendario. Que seguimos siendo parte de esta comunidad (diversa, disidente, hermosa) durante los otros once meses del año, cuando las pancartas ya no están en las vitrinas, cuando las banderas ya no ondean en las redes sociales de las marcas. Y es importante alzar la voz aún cuando los reflectores no están sobre nosotros.
Reflexionar acerca de la presencia de marcas, empresas y políticos
Llegado el mes de junio, muchas páginas cambian su foto de perfil por una con los colores del arcoíris, pero terminado el mes… ¿Nos siguen apoyando? ¿Nos respetan en sus prácticas laborales? ¿Representan nuestras voces más allá del pinkwashing? Es momento de preguntarnos con honestidad quiénes son aliados reales y quiénes solo están haciendo marketing con nuestras vidas. La marcha está hecha para expresarnos, para exigir derechos, no para que una marca se cuelgue de nosotros.
Evaluar nuestro entorno
También es momento de mirar más cerca. A nuestra familia, nuestros amigos, a nuestros compañeros de trabajo. ¿Qué tan seguros nos sentimos ahí? ¿Qué tanto respeto se nos brinda, más allá del discurso? El Orgullo empieza en casa, y muchas veces ahí es donde más cuesta construirlo. Es importante construir comunidades donde nos sintamos escuchados y queridos. A veces nuestro círculo cercano dice querernos, pero luego nos vulnera por nuestra identidad u orientación.
El Orgullo no sólo es “Love is love”
La comunidad no sólo busca amar a quien quiera. Quiere que se reconozca y respete su orientación, sí, pero no sólo en el plano romántico. Por otro lado, las identidades de género van más allá de esa frase potencializada por el marketing. Porque el derecho a que se respete tu identidad va más allá del reconocimiento de tus afectos por otra persona.
No debemos olvidar otras causas
Porque nuestro colectivo no está exento de ser misógino, racista, clasista, etcétera. Por ello, no olvides escuchar las experiencias de otras personas. No todas vivimos las mismas dificultades ni el mismo contexto. Por ello, es importante mantenerse alerta y cuestionarse cada opinión que se tenga. No asumir nada, escuchar siempre.
¿Quién debería asistir?
Y sobre la marcha… ¿quién debería ir? Todas las personas que quieran defender los derechos humanos están invitadas. Pero hace falta reflexionar sobre nuestro papel en la misma. Las personas cishétero que asisten con la mejor intención, deben recordar que están acompañando una lucha que no les pertenece del todo. Queremos que se respeten nuestros derechos, pero necesitamos ser nosotros mismos a quienes se escuche. No requerimos portavoces. Que la marcha no es una pasarela para el aplauso fácil ni un escenario para el protagonismo ajeno. Es un espacio político, de memoria, de lucha viva. Y sí: también de alegría, porque resistir con gozo es parte de nuestra estrategia.
A unos días del Orgullo, que cada quien se mire al espejo y se pregunte: ¿qué hago yo para que el mundo sea un lugar más seguro, más libre, más justo para todas las identidades? No se trata sólo de asistir a la marcha. Se trata de practicar el respeto cada día. De corregirnos. De educarnos. De levantar la voz cuando otros no pueden hacerlo.
La lucha no es de un día ni de un mes. Pero el Orgullo es ese momento del año donde, si nos unimos con conciencia, podemos recordarnos que el futuro que soñamos es posible.